Mamá hundió un barco

El día estaba completamente despejado, por lo que con vela izada el Capitán dio la orden de avanzar a toda velocidad. Todos los marines estaban trabajando a destajo de sol a sol y sin dudas merecerían una buena recompensa al llegar a la orilla. Tendría que negociar, no iba a ser tan fácil. Pero para eso todavía faltaba. El Capitán fue el único que se tomó la atribución de cargar a su familia en el barco. Sabía perfectamente que su futuro estaba comprometido si se quedaban. En general la convivencia con ellos a bordo no era conflictiva. Salvo por su madre. No porque ella hiciera algo en particular. No hacía nada, de hecho. Pero si hay con seguridad una situación en la vida en la que jamás querrías tener a tu madre contigo, es en el momento en que estás dirigiendo un barco. Era un viaje largo. No costaba nada flaquear. Pero el Capitán estaba seguro de llegar exitosos. No fue sino hasta el atardecer que su Contramaestre le informa con urgencia que han divisado una figura. No daban por cantado que fuera Tierra. Por lo que el capitán se dirigió de inmediato y efectivamente vislumbraba una mancha en el horizonte. Es entonces cuando un Oficial pide permiso para hablar. Se lo concede. El Oficial atestigua con dolor que esa mancha se veía mucho más pequeña cuando la descubrió. Ellos ya habían aminuido su marcha como para estarse acercando tan rápido. De pronto el Capitán cruza miradas con su madre. ¿Qué hacía parada allí y esa hora? Ella fue todo lo discreta que pudo, pero él tuvo que verla pasar en ese momento. Vuelve a enfocarse en la figura divisada. Parecía ser un carajo. Fue entonces cuando dio la orden de que se pusieran todos en guardia. Contramaestre y Oficiales convocaron a todos los marines a diestra y siniestra. Se los armó, se les explicó la situación y luego se les asignaron cañones al azar. Algunos nunca habían disparado antes, pero no había tiempo de prepararlo mejor. Así tocaba. El catalejo le muestra al Capitán una vela desplegarse. Nunca había visto una semejante, parecía de todo menos amistosa. Todos en sus puestos, preparados. Otra vez la mirada de su madre se le cruza por la cabeza en un momento tan crucial. Preparados todos. Nadie se mueva hasta escuchar una orden. Vieja desaparecé. Ahí al frente. Corona su ojo izquierdo el catalejo hundiéndose en su piel. Era momento de decidir si esperar o apresurarse a que ellos hagan el primer movimiento. Acercarse mucho podría ser peligroso. No tenía el barco tantos hombres y encima cargar con tu familia en un barco en altamar. Es momento de estar precisamente quieto y atento. Sin pestañear y corriéndose el sudor de la frente, el Capitán ve perfectamente como una mano gigantesca cae del cielo hundiendo por completo el barco enemigo. El mar se sacude y con él la tripulación. Todos se sostienen de lo que pueden para no caerse. La mano se hunde en las profundidades mostrando el principio de un brazo para luego extraer de ellas el barco que había hundido. Es entonces cuando terminó el juego para todos. Era cuestión de segundos para que aquel brazo titánico volviera para arrasar con la tripulación, el Capitán y  toda su familia.