Algo nos escucha

Yo no quiero sonar paranoico, pero hay ruidos muy extraños por aquí. No es algo apresurado, me mudé a este edificio hace un tiempo y puedo asegurar, frente a todos ustedes,  que se escuchan muchas cosas a la redonda.

Para empezar: el portero eléctrico; el de abajo, de la calle; no éste. Ese, por momentos se coloca en una frecuencia que no parece ser de este planeta. Lo juro. Dos departamentos atrás, el edificio en el que estaba tenía un problema en el portero. De repente sufría una interferencia y no podías escuchar claramente con quien hablabas. Otras veces no se escuchaba absolutamente nada. Pero este caso es algo completamente distinto. Y claro que no sucede todo el tiempo. Puede ocurrir que durante todo un día salgas y entres sin escuchar nada fuera de lo normal. Pero entonces, sin aviso, empieza a emitir una especie de murmullo muy grave. De gargantas rasposas. Sé que es difícil de creer, pero a veces parece manifestarse y otras quedarse simplemente escuchando. Cuando oye es muy distinto a cuando no está. Porque te hace saber que de todas formas está ahí. Debo admitir que alguna vez intenté contestarle. Pero es todo lo que voy a decir. Hoy, acá por lo menos.

Ahora, creo que hay algo mucho más aterrador aquí cerca. Doblando por el pasaje, está ese depósito pequeño de persiana verde oscuro, no sé si lo conocen. Yo paso por ahí todas las noches para cortar camino a casa. No podría asegurar que todas, pero la mayoría de ellas algo comienza a hacer ruido contra la persiana metálica. Lo curioso es que pareciera venir desde dentro. Como si algo que quisiera salir. Casi siempre se trata de algo prácticamente imperceptible. Si no fuera porque cosas mucho peores de las que todos ustedes puedan llegar a imaginar he escuchado salir de ahí dentro, quizá ni siquiera lo percibiría al pasar. Pero a esta altura se torna imposible no agudizar el oído al pasar por ahí. Las más de las veces, apenas un leve rasguño. Pero muchas otras... se oye un golpeteo. Bastante rítmico. Algunas, las menos, algo embiste desde dentro. La última vez no solo lo oí sino que vi perfectamente un bulto agolparse y sobresalir por la persiana. Lo cierto es que siempre calla muy repentinamente. Y no vuelve a emitir un solo sonido. No sé si alguno pasó por allí de noche, pero he comprobado por las miradas con otros transeúntes que esos ruidos existen y todos parecen tomarlo más o menos de la misma forma que yo.

Ahora, si hay algo que es definitivamente inquietante es lo que sucede bajo nuestros pies. El empedrado del pasaje tiene algunos desagües y es notable cómo los días de lluvia, aprovechando que están colapsados, se dedican a molestarnos. Empieza como algo muy suave, que no se distingue del correr habitual del agua. Pero paulatinamente empieza a hacer un mugido que parece seguirlo a uno adonde vaya. Como dije, se hace muy difícil no parar la oreja por allí. Me di cuenta de esto porque si freno, el sonido deja de moverse. Y si retrocedo, también lo hace. Una vez, bajo una lluvia torrencial, eché a correr a toda prisa y pude comprobar que aquel ruido te persigue vayas a la velocidad que vayas. Y no solo eso, te desafía. Tenés que apurarte vos. Y luego comienza a acrecentar el volumen del mugido hasta que en un momento parece que está a punto de explotar y es en ese instante donde pisás una baldosa floja y todo queda arruinado nuevamente. Insisto, tengo más pruebas de las que parece. Desafío a cualquiera de ustedes que haya escuchado el relato del viejo almacén a que pase por ahí una noche de lluvia y luego corra a tocarme el portero. Es el 1°C. La próxima hablamos de la boca del subte y los gritos. Buenas noches.